sábado, 22 de octubre de 2011

Decidiste prestar un libro

Decidiste prestar un libro y lo que se suponía era un gesto amigable y de intercambio literario resultó para vos, increíblemente, un aquelarre de dudas, angustia y ansiedad. Porque ni bien decidiste comentarle a ciertos amigos (y nótese que lo escribo irónicamente porque ellos se decidieron no por ser amigos reales sino  saboteadores disfrazados de amigos reales) que ese, tu libro inconseguible de David Foster Wallace “Entrevistas breves con hombres repulsivos” fue el elegido para el préstamo, deviene la hecatombe. Que a quién será prestado, que si lo conocés lo suficiente, que todos sabemos que discos y libros nunca vuelven y se tornan trofeo de guerra de los que fueron antes amigos y ahora son esos-infelices-que-me-deben-el-disco-de-tal-banda-o-el-libro-de-tal-escritor. Y sí, es cierto, pero confiaste y seguís confiando en tu instinto que te salvó el pellejo de más de un hombre (lobo) alguna vez y que te indica de manera casi sorda pero precisa que ese libro no será robado. Que hay que confiar y ya. Pero ese argumento no les alcanza a tus amigos y te encontrás mintiéndoles por teléfono o chat, insistiendo y jurando que conocés tan bien al amigo al que le prestarás el libro que es casi tu hermano. Y ya es bien triste y angustiante encontrarte mintiéndoles a ciertos amigos que creen que te cuidan a vos y a tus posesiones como si fueran tu madre, ya te sentís tanto una estúpida adolescente que no sabe mentir bien, ya de por sí esta situación es lo bastante estresante pero, ah, aparentemente no puede sino empeorar. Porque cuando tus amigos se enteran de que el amigo-lector en cuestión nunca, pero que nunca leyó a DFW , sobrevienen otra serie de objeciones igualmente cansadoras y castradoras que las anteriormente mencionadas acerca del libro elegido por vos por diversos motivos que sería muy largo y extenuante de explicar. Uno de tus amigos argumenta que "Entrevistas..." es demasiado “neurótico” para un no iniciado en DFW y que mejor “La niña de pelo raro” o “Hablemos de langostas”. Tu otro amigo que parece empeñado en superarlo en exageración y catastrofismo decide que no sólo es demasiado “neurótico” ese libro para conocer al autor en cuestión sino que es como, y cito: “si lo invitaras a una fiesta y le rompieras una botella en la cabeza apenas pasa la puerta”. Es entonces que tu ansiedad se dispara a niveles inhumanos al descubrir que no sólo no estás prestando un libro en un gesto de fraternidad lúdica sino que además estás (metafóricamente hablando) intentando atentar contra la vida de alguien que sólo quería leer un libro. Y como ya dije, esto no puede sino seguir en espiral descendente y resulta que vos (que con tu neurosis podrías ganar una olimpiada de patologías psiquiátricas) entendés rápido que tu intento por difundir la palabra (sí, eso, como un apóstol devoto de David Foster Wallace) de tan talentoso escritor no sólo será un fracaso sino que debido a tu pobreza de juicio sobre qué libro es el adecuado para adentrarse en las profundidades wallacianas estás creando un detractor. Sí, tus amigos te alertan de la necesidad de cambiar de libro porque es "demasiado", es "muy" difícil, porque seguro que no le va a gustar y encima capaz ni te lo devuelve en un gesto mezquino y vengativo. Y cuando ya no sabés qué hacer ni por qué y la indecisión y la ansiedad es tal que lo único que tratás es de mantener la entereza para no terminar respirando en una bolsa de papel en un ataque de hiperventilación, la poca energía que te queda te permite resolver que sin importar qué libro vayas a prestarle a tu amigo interesado en David Foster Wallace, que sin contar si el libro vuelve o no o si lo termina amando u odiando de forma acérrima, lo que sí está claro es que nunca jamás en la perra vida y bajo ningún concepto vas a volver a comentar qué decidiste hacer con tus malditos libros. 

4 comentarios:

  1. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar
  2. ¿"El autor" vengo a ser yo? ¿O vos, Paula? Porque yo no borré nada. Esto en el Feisbut no te pasa.

    ResponderEliminar
  3. Fue yo que borré sin querer y no volví para comentar de nuevo! sorry! comenté ahora en el posteo adecuado (si, ya sabes cual es, no? :D)

    ResponderEliminar