lunes, 16 de abril de 2012

Algunas cosas dichas


Me dieron un libro que no me interesa
y en el dorso de las hojas en blanco
escribí lo primero que se me vino a la mente
para justificarlo en mi bolso.

Si las tortugas pudieran volar, mamá nunca pisaría la calle.
Cómo no reírse de que ese animal que tanto terror le da
fuese capaz de hacer lo que una nube.
Pienso cómo se reiría de eso Sombría,
con su risa importada de México,
ella sabe ser todo maldad.

Pasen y escuchen, abran los ojos
dijo a la multitud el rescatista,
el gran predicador,
Sermón de la montaña.
Sermón apocalíptico.
Como si no tuviera la misma necesidad que nosotros.
Como si estuviera más allá de la angustia y la mierda cotidiana.

Tenés una mente maravillosa,
dijo el doctor.
Y garabateó algo en su recetario.