domingo, 18 de diciembre de 2011

Shelby

Va y viene y vuelve a irse
y vuelve a volver a picar a alguien con su vara infernal.
Se mira el suelo, cuando habla,
todos mirando alfombras.

Shelby trata de ser amable,
no le sale muy bien,
sí le sale bastante bien gruñir y chillar por teléfono y en vivo y
en la cara de la gente que se queda pálida.

Sí le sale muy bien revolotear buscando a quién gritarle.
Se tiñe el pelo, Shelby, de un color más cálido que su manera de mirar.
Pero nadie ve su pelo, todos ven sus ojitos rasgados y miran abajo
y tartamudean,
seguros de que les pudiera arrancar la nariz de un mordisco.

No tiene la risa, Shelby, como la de otros coreanos,
como Edy,
no tiene ese asalto divertido, infantil.
Tiene más bien, por risa,
el chirrido de una puerta mal aceitada,
como el crujir del las ruedas del subte cuando toma una curva.
Demasiado alto para ser divertido
Demasiado horroroso para contagiar.

Ojalá alguien le de el tratamiento que todos creemos necesita,
pobre Shelby.
Nos miramos siempre con Marcela preguntándonos sin decírnoslo
“¿Y ahora qué tiene, esta loca?”

Ojalá alguien la arrastre al agujero negro del que salió
y deje de retorcerse y mortificarnos.
Ojalá alguien la case y se la lleve a Corea
a tomar té de jengibre en su living,
sola, a media luz, mirando la tele
y  sin nadie a quién corroer.

viernes, 16 de diciembre de 2011

Moscas


Unas moscas por toda la casa.
Miedo.
¿A qué te recuerdan?
Humedad, a lo mejor.

Negras con alas y patas enormes.
De un momento a otro caen muertas,
sin mucho más.
Mamá me las enseña con los ojos muy abiertos
acumuladas todas en el suelo.

¿Muerte? 
Fantasmas, en una de esas.

Siguen ahí, mientras
en el baño,
en la siesta.
Con sus patas se pegan a las cortinas blancas.

¿A qué te recuerdan?
Asco. Seguro.
Sólo para asustarte.

Una tapa


Se negoció una tregua por la crisis,
declara la tapa del diario.
Batalla Explícita anunció el señor periodista de apellido alemán.
Estamos en guerra,
parece.

Huellas de una dictadura y descavar una fosa común
lleva más de treinta años.
El epígrafe cita y recuerda senadores desaparecidos.

Navidad y regalos.
Violencia y mujeres.
Fútbol y campeones.
Jardín de genios.

Y la foto de dos mujeres metidas entre esqueletos
y tumbas escondidas.

¿Estamos en 1986? 

lunes, 12 de diciembre de 2011

Conversaciones con mí

No le dijiste nada, ¿Por qué? Porque si le decía a lo mejor se creía cualquier cosa. ¿Cualquier qué? Que me gusta, por ejemplo. Bueno, si te gusta mejor que lo sepa. Sí, pero, bueno, no, no es tan fácil. ¿Cómo que no? Que si no le gusto, yo, bueno, quedo en evidencia. ¿Videncia? Evidencia, e-vi-den-cia. ¿Evidencia de qué? ¿De un crimen? No, no, es que es horrible quedar así expuesta, pero yo igual estuve pensando que no tengo paciencia, tengo ansiedad. Euforia. Que me diga ya, yo no espero más. ¿Que te diga qué? Si le gusto. Decíle vos. ¿Y qué hago si no? Ah, te gusta apostar y no te gusta perder. ¿Nunca te pasó a vos, nunca? ¿Qué? ¿Ser cobarde? Sí, claro, todo el tiempo. Ay, qué graciosa que sos. Énfasis. Ponés énfasis en todo lo que los demás dicen. Qué valiente sos. ¿Éxtasis? No, énfasis, énfasis es como cuando, no, no dejá, mejor dejá. Ojalá no te pase nunca, eh. ¿Qué cosa, enamorarme? Ojalá que sí, que me pase, la boca se te haga a un lado. Yo no dije amor, dije “me gusta”. Bueno, con más razón, entonces. ¿Qué tenés que perder si no estás enamorada? Es que no quiero que me vea débil. Loca, loca te va a ver si seguís con estas estupideces. ¿A vos te interesa saber si le gustás o cómo te ve? Las dos cosas. Ah, te gusta bañarte pero no te gusta mojarte. No es una apuesta ni un crimen ni una ducha, es mi vida amorosa de lo que hablamos, un poco más de respeto. Nadie se muere de amor, linda, vamos. Capaz te queda un agujero, nomás. Vos Decíle. Si no va, después buscamos algo con que taparlo.